Cerrando Etapas

 


Cuesta decir adiós. Dejar atrás algo, cerrar la puerta para salir al mundo. A veces nos pasa. A veces somos incapaces de dar algo por sentado, de terminar una relación, de decidir cuál va a ser el siguiente paso en nuestras vidas, en definitiva, de cerrar etapas. Todos queremos comenzar nuevos proyectos, nos proponemos planes para luego romper un contrato con nosotros mismos. Nos da miedo, uno se siente calentito y a gusto en su zona de confortesa en la que tienes un mínimo de control sobre tu vida. Por eso utilizamos las ventanas, esa red seguridad que tenemos para dejar la puerta entreabierta, para que un adiós sea un hasta luego. Aunque hay algunas ventanas que son como esos “peros” con los que te das cuenta de que la frase anterior no ha servido de nada.  


No sé si habrá algo peor que una despedida, sobre todo si ésta es para siempre. La nostalgia nos inunda pensando en los momentos que ya no viviremos con eso a lo que estamos aferrados. El duelo. Ese duelo que solo el tiempo lo cura o que ni si quiera es capar de curarlo, pero te hace aprender a convivir con él. Creo que es el miedo a ese lance de dolor el que nos hace reticentes a los cambios, tener vértigo para darte cuenta de que tomaste la mejor decisión meses atrás y que ahora tu vida te gusta más que antes. 


Es curioso como los detalles puede cambiar tu vida. Como puedes tomar una decisión lanzando una moneda. Las casualidades hacen que tu vida tome una dirección, quizás irrevocable. Mi vida sería completamente distinta si en alguna ocasión un no hubiera sido un sí, si no me hubiese cruzado con la persona adecuada en el momento adecuado y me pregunto si podemos llamar suerte a todo esto. Me cuestiono si no habrá un plan, si no habrá alguien que ponga esa situación delante mía expectante esperando mi reacción. No sé si debería sentirme decepcionado ante un rechazo o ante algo que simplemente no salió como esperaba, la realidad es que no lo pienso, que creo que no era mi plan, que mi camino se tenía que desviar.  


Al principio pensé que cualquier detalle pudiera cambiar mi vida era terrorífico. Puedes llegar a sentir pavor porque exista un hecho que parezca insignificante y que cambie tu vida por completo hasta derroteros que no te imaginas. Luego pensé que, es a esas minucias que han dirigido mi existencia las que le debo que ésta me enamore. Ahora solo espero que esos insignificantes detalles sigan apareciendo. 


Aunque no podemos dejar todo al azar. También tenemos que ser dueños de nuestra propia vida, ir a por todas, no aceptar un no alguna vez, ser capaces de cerrar la puerta en el momento justo para entrar en un mundo nuevo. No sé quien dijo que hay que saber irse de los sitios, pero esa persona era un genioPuede que llegue el momento de pensar, llega el nuevo año y quizás el momento de cambiar de etapa y empezar nuevas ideas. Buscar una promesa válida que hacerte a ti mismo, con seguridad de que vayas a hacer todo lo posible para cumplirla, no como ese carné de gimnasio que se queda en la estantería a mediados de marzo. 


La reflexión de Francisco S Cobos. 


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