"Brutal lo de Rafa"



 No sé cuántas veces he escuchado lo de “Rafa ya no va a ganar nada”, “está machacado por las lesiones. Incluso puede que alguna vez, despojado de toda ilusión e invadido por la lógica, se me haya podido escapar a mí. Sin embargo, no teníamos en cuenta la grandeza de Don Rafael Nadal Parera. No habíamos repasado la historia para constatar cuantas veces ha vuelto a recuperar su máximo nivel después de una gran lesión. Rafa es el eterno hijo pródigo que siempre vuelve a casa pase lo que pase, entendiendo por “casa”, la victoria. Hace cuatro meses andaba en muletas, hace mes y medio pasaba el COVID sin ni siquiera saber si iba a poder competir en el Abierto, dos días atrás se cubría de gloria por vigésimo primera vez, convirtiéndose así en el tenista más laureado de la historia. Viendo la cara de incredulidad del mallorquín no pude evitar enmudecer, quedarme sin palabras, y, ante el teclado, solo pude escribir “brutal lo de Rafa”.  

Pero Rafa Nadal es mucho más que todo eso, es mucho más que veintiún Grand Slam, mucho más que títulos y reconocimientos, es el semidios más humano de la historia, aquel que ha conseguido ser amado por todos. Me imagino a Djokovic en casa por decisión política pensando “Joder, a este lo dejan jugar hasta dando positivo” y no sé lo que se le pasaría por la cabeza al ruso Medvedev sintiendo como el Rod Laver Arena llevaba en volandas al chico de Manacor hasta una remontada épica, otra más. No podía ser de otra forma que Rafa Nadal fuera socio del Real Madrid, el gen noventayramos corre por sus venas, las remontadas del Bernabéu de la Quinta del Buitre se encarnan en su piel y sus seguidores forman un grupo heterogéneo sin importar raza, religión o país de origen.  


Ese es Rafa Nadal, el chico que sirve de ejemplo para todo un planeta y que tiene más conciencia cívica que cualquiera de nuestros políticos. Nunca lo hemos visto romper  una raqueta, ni una rueda de prensa salida de tono. Sí lo hemos visto ayudando sin querer ser visto, en la sombra, con la humildad del que no ha ganado nada, como si no fuera el mejor deportista español, probablemente del mundo, de todos los tiempos. La genialidad de Rafa no está en su revés o en su saque, está en su cabeza.  


Y mientras unos hacen historia en el deporte, dando a la sociedad una lección de trabajo e integridad,  la política se vuelve cada vez más banal y soez. Mientras los grandes políticos de la historia intentaban dar ejemplo y educar a la sociedad, ahora el parlamento español discute si la canción elegida para “representar” a España en Eurovisión se ha elegido honorablemente o no. No se queda atrás Inglaterra, ese país que sigue en su paulatino arrastre a la degradación desde la infame campaña por el Brexit y que ahora sabe que Boris perpetuo Jonhson invitaba a sus colegas de copas al décimo número de la calle Downing Street inclumpiendo las restricciones por COVID19 que él mismo había impuesto. 


La reflexión de Francisco S. Cobos

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