Teo va al paro



Hablaba la semana pasada de las rupturas que había traído el 14 de febrero, pero no me imaginaba que era la calma que antecedía a la tormenta. Las rupturas se han convertido en guerra. El Partido Popular ha decidido pulsar el botón rojo que tiene Teodoro García Egea en la mesa de su despacho que pone “autodestrucción”. Cuentan las reglas de la pelea callejera que el que da el primer golpe gana la pelea y qué puede ser lo que está sucediendo si no una pelea a punta de machete en la calle Atocha. 


Fue el entorno de Ayuso el que filtró que la dirección nacional la estaba espiando de forma cruel y, lo que es más importante, ilegal. Pulsó García Egea el botón y una acusación de corrupción sobrevoló desde Génova hasta la Puerta del Sol, como si de un misil tierra-aire se tratara, impactando contra el despacho de la presidenta madrileña. Quiero creer que no lo sabía, pero la dupla Casado-Egea acababa de firmar su sentencia de muerte. Imagino que el murciano debía tener en mente eso de “la información es poder” cuando, parece, encargó a su fontanero particular, Ángel Carromero, que obtuviese información sobre un contrato que el hermano de la presidenta había firmado en época de pandemia. El tal Carromero, con cargo en el ayuntamiento de Madrid, no solo fue descubierto en su cometido, sino que aparentemente se equivocó sensiblemente en la cifra que se embolsó el hermanísimo y el concepto por el cual firmó el contrato. De casi 300.000€ a los 55.000 que ha aclarado Ayuso aportando todas las pruebas de las que disponía a la fiscalía.  


Fue entonces cuando Génova dio un paso atrás y cerró el expediente a Ayuso. No reculó la presidenta en lo de que la dirección nacional le había chantajeado para que no se presentase a la presidencia del partido en Madrid. Algo me dice que, si el PP le ha retirado el expediente a Ayuso, Carromero ha dimitido y Ayuso no cambia de versión, la verdad está más cercana al relato del equipo de Miguel Ángel Rodríguez que al de Génova.  


Creo que si supiera dibujar me atrevería a acompañar este escrito con una caricatura de Teodoro con gabardina, sombrero y puro en mano emulando la imagen de Al Capone. La sede del Partido Popular se ha convertido ahora en el Asedio de Numancia. Atrincherados en el cargo aguardan los dirigentes populares mientras los romanos de este tiempo, los barones del partido y el apoyo popular, piden sus cabezas. Solo falta saber si tendrán la dignidad de consumar ese suicidio político y dimitir, aunque parece poco probable. A Casado le falta ir a la Moncloa para que Sánchez le firme “Manual de Resistencia”, pero si el presidente del PP cree que puede volver a ganar unas primarias es que no se ha asomado a la ventana desde el jueves. Podrían volver aquellos cuentos populares del chico de los rizos que contaba sus historias como “Teo va al parque” y relatar este acontecimiento como “Teo va al paro”.  


Recuerdo que mi profesor de griego me ilustró sobre la etimología de la palabra crisis. Según él, los griegos entendían una crisis como una oportunidad, oportunidad para reflexionar y cambiar. No sé qué oportunidad le espera al PP cuando salga de esta guerra, pero, por ahora, ya ha servido para que se reconozca el trabajo de mi gran amigo y mejor periodista Santi Gigliotti.


La reflexión de Francisco S. Cobos

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